Las Llanas acogió de nuevo un Derbi de la margen izquierda tras 7 años, en los que ambos equipos tuvieron que bajar a lo más bajo para volver a coger el vuelo. El choque arrancaba a las 19:30 de la tarde, pero para los aficionados el partido comenzó muchas horas antes. Un ambiente precioso en las calles de Sestao con dos aficiones ejemplares y muy respetuosas catalogaron el partido como lo que fue, una batalla dentro del campo pero una magnifica hermandad fuera de él.
Dos equipos que venían con diferentes situaciones en los puestos clasificatorios. Por parte del Sestao River era vital obtener la victoria, puesto que estaban en puesto de descenso y también porque querían conseguir la primera victoria ligera en casa, para poder dedicarsela a su afición. Y por parte del Barakaldo era igual de importante la victoria porque venía de tropezar en casa ante una dura Ponferradina, un partido en el que los del Bierzo se llevaron “inmerecidamente”, como aclaró el técnico Imanol de la Sota en la rueda de prensa post partido.
El partido comenzó con un Sestao River intenso, vertical e incisivo. La fortaleza de Etxaniz en punta, la versatilidad de Leandro en la mediapunta y la rapidez de Asier Córdoba en la banda izquierda permitieron que el Sestao River se instalase en campo contrario durante los primeros compases del encuentro. Pero aun así a los verdinegros les costó encontrar la zona de los últimos tres cuartos de campo, ya que no contaban con suficiente presencia en área. Pero a partir del ecuador de la primera mitad el Barakaldo comenzó a dar pasos hacia adelante, con un Revilla conservador y un incansable Maroan Sannadi. Fue con una combinación entre estos dos jugadores como los gualdinegros gozaron de la única ocasión de la primera mitad, en la que un pletórico Iago Herrerin atajó de maravilla. Como no pudo ser de otra manera, la afición de ambos equipos se hicieron notar en todo momento y era por ello que los veintidós protagonistas pelearon el balón como si fuese el último, haciendo del partido una batalla a muerte.
La segunda mitad del partido fue un claro ejemplo de lo que es el fútbol modesto de toda la vida; disputas, choques, juego trabado, partido roto… es decir, un partido de los de antes. Pero cabe remarcar que el inicio del segundo tramo del partido lo dominó claramente el Barakaldo, ya que gozó de las mejores ocasiones y que si no hubiese aparecido el veterano Iago Herrerin bajo la portería, otro gallo hubiera cantado. Aymane Jelbat tuvo una de las ocasiones más claras del partido, Maroan Sannadi volvió a demostrar su fortaleza física y los gualdinegros cada vez veían más cerca el tanto que abriría la lata del partido. Fue en una jugada polémica donde el Barakaldo obtuvo el primer y único tanto del encuentro. Maroan Sannadi recibió una balón largo de la defensa en la banda izquierda, encaró al defensor verdinegro, alzo la mirada, y con un centro preciso Adrian Revilla solamente tuvo que poner la cabeza para batir la portería local. Hubo muchas quejas por parte de la aficion local por la posible posición de Maroan Sannadi en el inicio de la jugada, pero el experimentado colegiado del encuentro Jaime Ruiz Alvarez ignoró por completo las protestas.
A partir del gol, la afición del Sestao River se volcó todavía más con su equipo, animando hasta el final del encuentro. También es cierto que el Barakaldo, a medida que pasaban los minutos y viendo la ventaja obtenida en el marcador, poco a poco fue regalando el campo a los de Las Llanas, pudiendo salir en diferentes situaciones al contragolpe. El técnico local Angel Viadero probó suerte introduciendo gente de ataque al campo, buscando el gol del empate, pero un rocoso Barakaldo y un extraordinario Maroan Sannadi que, pese al cansancio, completo un ejercicio de resistencia con el balon increible, permitieron que los visitantes se llevasen la victoria.
El día de ayer seguramente pocos aficionados del Barakaldo olvidarán, ya que su equipo logró una victoria de autoridad en un siempre complicado campo de Las Llanas. Los aficionados del Sestao River, pese a la derrota, dedicaron una gran ovación a los suyos por el trabajo durante el encuentro. Una vez mas se demostro que es posible llenar campos en el fútbol modesto, 4.090 espectadores abarrotaron el mítico Campo de Las Llanas en un Derbi en el que, pese a que el juego no fue el más vistoso de todos, siempre reinó el respeto, la hermandad y la deportividad. Una de las rivalidades más bonitas de la historia del fútbol vasco y seguramente, del fútbol español.