Osasuna volvió a imponer su ley en casa, impulsado por el calor de su afición. El resultado (2-0) no reflejó del todo lo vivido sobre el césped, donde el Rayo tuvo más balón, aunque sin claridad en los últimos metros.
Buen ambiente también pre-partido fuera de las gradas en esta cuarta jornada de liga, donde los seguidores de ambos equipos compartieron cánticos por las calles de Pamplona hasta llegar a una plaza en las inmediaciones de El Sadar.
En el terreno de juego, el encuentro fue de ida y vuelta, con ocasiones para ambos equipos. Sin embargo, fueron los rojillos quienes marcaron la diferencia gracias a su eficacia en los metros finales.
El Rayo trató de imponer su estilo en el inicio, buscando asociaciones por dentro con desmarques de sus atacantes. Pero a los 15 minutos apareció Raúl García para abrir el marcador con un remate dentro del área pequeña. El delantero está de dulce y tiene una víctima clara, ya suma tres partidos consecutivos viendo puerta frente a los de Vallecas.

Tras el gol, Osasuna reforzó su plan: cerró espacios en el centro y obligó al conjunto de Íñigo Pérez a cargar el juego por las bandas, un escenario donde no se sienten cómodos.
En la segunda mitad, ambos equipos protagonizaron intentos desde media distancia y centros laterales, pero sin ocasiones realmente claras. Los cambios dieron ese plus a Osasuna, en el 77’, Iker Benito, que apenas llevaba 5 minutos sobre el césped, aprovechó su primera oportunidad para firmar el 2-0 definitivo. Un tanto especial, al ser el primero para el en Primera División y también en El Sadar.

Con esta victoria, Osasuna consolida su fortaleza en casa, y deja al Rayo Vallecano sin recompensa pese al esfuerzo del grupo y el dominio del encuentro.