El parón de selecciones lleva siempre de la mano un análisis de situaciones extradeportivas, y este, al que se llega después de dos partidos del Madrid sin meter un solo gol, no iba a ser menos. En estos últimos días han salido informaciones sobre un ambiente muy tóxico en el vestuario del Real Madrid, los jugadores estarían en contra de los métodos de Xabi Alonso, se quejan de la exigencia táctica con muchas sesiones de video, de la poca flexibilidad y de la autoridad indiscutible del entrenador vasco.

Pesos pesados del vestuario como Fede Valverde, Jude Bellingham y Vinicius Junior, junto a sus entornos, estarían haciendo presión en Valdebebas para que haya un cambio de entrenador y volver a un estilo de técnico como Ancelotti, que les dé esa libertad que tanto les gusta, tanto dentro como fuera del césped.
En el club todo el mundo tiene claro el objetivo principal, el rendimiento deportivo, y visto lo que han sido capaces de conseguir estos jugadores (2 Copas de Europa en 4 años con Ancelotti), se ganaron la oportunidad de seguir con ese modelo de libertad, hasta que la temporada pasada no dieron la talla y obligaron al club a intervenir, porque en el Madrid no hay fracaso sin consecuencia.

Ahora que hay un entrenador muy intervencionista que ha provocado un conflicto con parte de la plantilla, la directiva está obligada a posicionarse por el bien de todos, porque dejarlo pasar solo empeoraría la situación. Y, desde mi humilde punto de vista, creo que la única salida posible es apoyar a Xabi porque apoyar a los jugadores sentaría un antecedente peligrosísimo, derivaría en que fueran ellos quienes eligieran a dedo a un entrenador que sepan que les va a permitir tomar decisiones y así no se consiguen grandes cosas. Además no hay otro entrenador en el mundo más capacitado para entrenar a esta plantilla que el donostiarra, a nivel de experiencia, historial y conocimiento del juego.
Xabi Alonso es el camino hacia un Real Madrid que juegue al fútbol mejor que nadie con todos involucrados para volver a ganar títulos. Y al que no le guste, gracias y adiós.
