El Carlos Tartiere presentó una gran entrada para recibir al Barcelona en su regreso a Oviedo 24 años después. Más de 25.000 aficionados tiñeron de azul las gradas en una cita cargada de emoción para los carbayones, que afrontaban el duelo como un reto mayúsculo tras un inicio de temporada irregular en la zona baja de la tabla. El Barça, en cambio, llegaba con la presión de sumar tres puntos para no distanciarse del liderato.
Escandell sostiene al Oviedo en el arranque
El encuentro arrancó con mucha intensidad: apenas habían pasado un par de minutos y ya se intuía que no sería un partido cómodo para los de Hansi Flick. La primera ocasión la tuvo Dani Olmo, que probó suerte desde lejos, pero su disparo se fue por encima del larguero. Fue un inicio en el que el Barça intentaba mandar con balón mientras el Oviedo buscaba transiciones rápidas.
Pronto llegaron las primeras intervenciones de Aarón Escandell, protagonista absoluto del arranque. A los diez minutos firmó un auténtico paradón tras una volea de Rashford dentro del área. Poco después, volvió a aparecer para frustrar otro intento del inglés desde el perfil izquierdo. El Barça insistía con Raphinha como agitador, aunque no siempre encontraba la conexión con Rashford en los desmarques.
El Oviedo, bien plantado y con un bloque bajo, no sufría demasiado. El venezolano Rondón incluso rozó el gol en el minuto 24, pero un cruce providencial de Eric García evitó males mayores. La respuesta culé fue inmediata, con una volea de Ferran Torres bloqueada por Bailly con los brazos pegados al cuerpo.
El golazo de Reina enciende al Tartiere
La jugada clave llegó en el minuto 33. Joan García salió muy lejos de su portería para intentar despejar un balón dividido, en lugar de alejarlo arriesgó con un pase interior hacia Casadó, que estaba de espaldas. Alberto Reina, más atento que nadie, desde casi el centro del campo, marcó un golazo que desató la locura en el Tartiere y que castigó con dureza el error del guardameta culé.

El tanto dejó tocado al Barça, que seguía topándose con Escandell en todas sus llegadas. El guardameta oviedista sacó una mano prodigiosa a un disparo de Raphinha desde la frontal que primero se estrelló en el palo y después le obligó a reaccionar en milésimas para evitar el empate.
El tramo final fue un ejercicio defensivo perfecto del Oviedo. Casadó también lo intentó con un tiro raso bloqueado por Carmo. Paunovic ya mandaba a calentar a hombres de refresco, consciente de que resistir toda la segunda mitad sería un desafío. El Barça, pese a dominar claramente la posesión, se fue al descanso con la sensación de estrellarse una y otra vez contra la muralla azul.
Frenkie cambia el guion
Después del descanso, el Barça salió decidido a voltear el marcador. Flick movió ficha enseguida al sustituir a Casadó por Frenkie de Jong, que cambió el ritmo del partido. La presión culé fue implacable desde el inicio.
En el minuto 56 llegó la igualada. Ferran Torres remató un córner que Escandell rechazó con una gran parada, pero el balón suelto le cayó a Eric García, que no perdonó y puso el 1-1.

Lewandowski aparece en el momento justo
El empate liberó al Barça, que se hizo dueño del encuentro. De Jong asumió el mando desde el centro del campo y generó fluidez en el juego. En el minuto 70, el neerlandés puso un centro medido al primer palo y Lewandowski, con un cabezazo impecable que tocó en el larguero antes de entrar, firmó el 1-2. Imposible para Escandell.

El Oviedo trató de reaccionar, empujado por su público, pero la fatiga empezaba a pasar factura y no conseguían hacer daño en sus contraataques.
Araújo sentencia en el tramo final
Con el partido entrando en la recta final, el Barça decidió cerrar el duelo. En el minuto 88, tras un córner centrado por Rashford, Ronald Araújo se elevó por encima de todos y cabeceó con potencia al fondo de la red para poner el 1-3 definitivo.
El Tartiere, que había rozado la gesta, terminó reconociendo el esfuerzo de los suyos, mientras que el Barcelona celebraba una gran remontada que le permite seguir enganchado al liderato. Un partido que arrancó con dudas y sufrimiento, pero que acabó confirmando la superioridad de los de Hansi Flick.