El 22 de mayo de 2025 se hizo oficial, el sábado será el último partido de Luka Modric en el Santiago Bernabéu (su último partido de blanco será en el mundialito), se acaba esta historia tan exitosa como inesperada cuando en 2012 el Madrid tuvo que discutir durante todo el verano con Daniel Levy para traer a un centrocampista croata que enamoraba a Jose Mourinho, llegaba con 27 años por 42 millones y sin hacer mucho ruido porque todavía no tenía ningún titulo importante en sus vitrinas.

Eso cambió rápido, en su primer partido ya ganó un título (la Supercopa de España) y empezó a enamorar al madridismo, a partir de ese momento, con la confianza de Mourinho y Ancelotti se hizo titular indiscutible y pieza clave en uno de los mejores equipos de la historia. Sus 590 partidos, 43 goles y 95 asistencias le avalan como el mejor centrocampista de la historia del club. Es protagonista principal en muchos de los momentos más especiales de la historia del mejor equipo del mundo y eso ya no se lo puede quitar nadie. Nunca olvidaremos aquella asistencia que nos cambió la vida en Lisboa en 2014.

Sobre su juego poco se puede decir, tiene el talento por castigo, nació para tener un balón en los pies y trofeos en sus manos, superdotado en el entendimiento del juego y capaz de transformar en realidad cualquier locura imaginable sobre el césped, todo esto acompañado de una humildad y un respeto por el juego y los rivales a la que estamos muy poco acostumbrados en jugadores de ese nivel. Modric siempre fue un distinto que humanizó al máximo la excelencia en este deporte.
Luka se marcha dejando un legado imborrable, se despide como el jugador más laureado en la historia del club con 28 títulos, 6 de ellos Copas de Europa y habiendo sido importantísimo en la transición tras la marcha del equipo que dominó Europa con 3 Champions consecutivas, es difícil asimilar que Modric haya jugado más temporadas con Vinicius que con Crisitano.

Todo homenaje que se le haga será menos de lo que merece una figura de su talla, solo nos queda pedirle a esta plantilla que lo dé todo para poder despedirle con el Mundialito de Clubes bajo el brazo y que el croata de nacimiento y madrileño de adopción vuelva pronto a vincularse con el club de su vida para poder tenerle cerca y recordarle todo lo que le queremos más a menudo. Es el fin del jugador eterno. Gracias Luka.