Los de Manolo no estuvieron brillantes, pero si sólidos.

El RCD Espanyol y el Real Oviedo se vieron las caras en la jornada 9 del campeonato liguero español. El conjunto Ovetense, que afrontaba el encuentro con novedades en el banquillo, tras el regreso de Luis Carrión, no hizo un mal partido, pero no convertir el buen juego en ocasiones claras de gol derivó en la victoria por cero goles a dos de los de Manolo González.
El Oviedo mostró un estilo de juego completamente distinto al que venía practicando en las otras 8 jornadas bajo el mando de Veljko Paunović. Carrión buscó abrir el campo por un costado con un lateral de amplio recorrido como es el nigerino Rahim Alhassane y por el otro con un extremo tendente al 1vs1 y a las conducciones horizontales como Haisem Hassan. Por dentro buscó juntar el buen pie de Luka Ilić con la posición tremendamente centralizada de Chaira, para así junto al doble pivote Dendoncker-Colombatto y Salomón Rondón fijando a los centrales, generar superioridad en zonas interiores, tener la posesión y llevar el peso del juego. El planteamiento de Carrión se ejecutaba con cierta eficacia, el Espanyol que había sacrificado un mediocentro para dibujar un 4-4-2 y buscar verticalidad con la doble punta Kike García-Roberto, jugó incómodo y perdió la batalla en el centro del campo, sin embargo, el Oviedo más allá de un mano a mano de Ilić , no consiguió poner en problemas al guardameta rival, Marko Dimitrovic.
Paradójicamente, el equipo que menos holgado se sentía con y sin pelota, es el que a través de centros laterales más cerca estuvo de hacer goles. Pero eso sí, para profanar la portería de Aarón Escandell, el candidato más claro a MVP del partido, tienes que hacer muchísimo más. El guardameta valenciano hizo una actuación soberbia. Hasta 8 veces intervino con sus paradas, la mayoría de ellas al alcance de muy pocos. Según la estadística avanzada, evitó 2,35 goles, una burrada.
No obstante, cuando los repliegues comenzaron a ser más lentos, la distancia entre líneas se agrandó y por consiguiente los espacios se abrieron, el partido premió el ejercicio de resiliencia del conjunto periquito. Por medio de dos centros laterales en transiciones de suma velocidad, lograron los dos goles definitivos para el marcador final. El primero de ellos lo hizo el veterano de guerra Kike García, que con suspense tras un barullo en el área realmente complicado de explicar, metió uno de los goles más extraños y feos de su carrera. La estocada final fue un centro de Omar el Hilali – que había entrado de cambio – el cuál Roberto no pudo enganchar, fue Pere Milla quien a bocajarro hizo el cuarto gol en su cuenta particular.
Con esto, el Espanyol consigue su primera victoria fuera de casa. El cuadro barcelonés obtuvo una victoria de equipo grande, sufriendo, sin brillantez, pero con oportunismo y resolutividad. Duermen en puestos europeos. Por otro lado, si nos ceñimos a lo puramente futbolístico, el Oviedo mejoró lo que venía ofreciendo. Ahora bien, los pitos a Luis Carrión cada vez que este era proyectado en el videomarcador, junto a varios signos más de hostilidad, respuesta a la polémica destitución de Veljko Paunović, no invitan a ser optimistas con el futuro a corto-medio plazo del combinado carbayón.