Hace ochenta años, el 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración de Auschwitz. Este lugar, que simboliza uno de los mayores horrores de la humanidad, fue testigo de la muerte de más de un millón de personas. Entre las innumerables vidas destrozadas también hubo futbolistas, aficionados y figuras del deporte que cayeron al exterminio. Hoy, reflexionamos sobre esta tragedia y su impacto en el mundo del fútbol, tanto en el pasado como en el presente.

El Fútbol en la Era del Nazismo
En los años del nazismo, el fútbol se convirtió en algo más que un simple juego. Los clubes fueron utilizados como herramientas propagandísticas por el régimen. A medida que la «limpieza racial» se imponía en Alemania y en los territorios ocupados por el régimen, jugadores, entrenadores y aficionados judíos fueron expulsados de los equipos. Lo que antes era un espacio para la pasión y la comunidad, se transformó en un escenario más del odio nazi.
Un caso emblemático fue el de Eddy Hamel, una estrella del Ajax de Ámsterdam y uno de los primeros futbolistas judíos en destacarse profesionalmente. Hamel fue deportado a Auschwitz, donde perdió la vida en 1943. Su historia es sólo una de tantas que reflejan cómo el fútbol también se vio tocado por el Holocausto.

Resistencia y Dignidad en Medio del Horror
A pesar de las condiciones infrahumanas en los campos de concentración, el fútbol encontró una forma de sobrevivir. En Auschwitz y otros campos, los prisioneros organizaban partidos improvisados con balones hechos de trapos. Estos encuentros eran mucho más que un juego; eran un acto de resistencia. El simple hecho de patear un balón ofrecía un momento de escape, una chispa de humanidad en un lugar destinado a destruirla.
Los prisioneros jugaban mientras sus cuerpos estaban exhaustos por el hambre y las enfermedades, pero esos partidos les daban algo que el régimen no podía arrebatarles: la esperanza. Incluso bajo la amenaza constante de los guardias, el deporte se convirtió en un medio para reafirmar su identidad como seres humanos.
Lecciones que el Fútbol Aún Debe Aprender
El fútbol moderno, con su alcance global y su capacidad de inspirar a millones, todavía enfrenta problemas de discriminación. Los cánticos racistas, los insultos y las actitudes intolerantes en los estadios nos recuerdan que la batalla contra el odio está lejos de haber terminado.
Sin embargo, hay iniciativas esperanzadoras. Clubes como el Ajax y el Bayern Múnich entre otros han trabajado para mantener viva la memoria de las víctimas del Holocausto, vinculando el pasado con el presente para educar a las nuevas generaciones. Por su parte, la UEFA y la FIFA han lanzado campañas para combatir el racismo y promover la inclusión, aunque aún queda mucho por hacer.

El Fútbol Como Herramienta de Memoria y Cambio
Recordar Auschwitz no es solo un ejercicio histórico; es un compromiso con el futuro. El fútbol, como espacio que une culturas y rompe barreras, tiene la responsabilidad de liderar el cambio. En los estadios y en la sociedad, el deporte debe ser un ejemplo de inclusión y solidaridad.
Hoy, al conmemorar los 80 años de la liberación de Auschwitz, no solo recordamos a las víctimas del genocidio, sino también a aquellos que, incluso en las peores circunstancias, encontraron en el fútbol una razón para seguir adelante. Su huella nos recuerda que, aunque el odio pueda intentar dividirnos, la humanidad y la esperanza siempre pueden prevalecer.
El fútbol no puede cambiar el pasado, pero tiene el poder de transformar el futuro. Esa es una victoria que debemos buscar alcanzar todos los días.
Iker Vicente