La derrota de la Real Sociedad ante el Getafe por 0-3 en Anoeta no solo dejó un marcador doloroso, sino que confirmó lo que ya era evidente: el equipo atraviesa su peor momento de la temporada. Tres derrotas consecutivas, un juego sin ideas y, lo más preocupante, una sensación de falta de reacción. Lo que parecía un equipo sólido y con objetivos europeos, ahora parece haberse perdido en el camino.
Un equipo sin rumbo
Lo que más sorprende no es tanto el resultado, sino cómo se dio. La Real Sociedad empezó el partido desconectada, superada en cada línea y sin el carácter que se espera de un equipo de su nivel. La defensa, que solía ser una de sus fortalezas, cometió errores básicos, dejando espacios y permitiendo que el Getafe, un equipo que lucha por no descender, encontrara su momento.
El ataque tampoco funcionó. Salvo algunos destellos individuales, especialmente de Take Kubo, el equipo fue incapaz de generar peligro real. Las pocas ocasiones que llegaron fueron bien resueltas por el portero rival, David Soria. La falta de contundencia y creatividad en los metros finales es una constante que se ha visto en los últimos partidos.
Falta de intensidad y mentalidad
Más allá de lo táctico, lo que más preocupa es la falta de intensidad. El Getafe jugó con más energía, más ganas, y ganó prácticamente todos los duelos. Mientras tanto, la Real Sociedad parecía resignada, como si el equipo no creyera en sus posibilidades. Este problema mental se ha hecho evidente en cada una de las tres derrotas consecutivas. En cuanto el rival marca, el equipo se desmorona y no encuentra respuestas.
Anoeta, un estadio que históricamente ha sido un fortín, ya no intimida a nadie. Ayer, los aficionados locales mostraron su frustración con pitos al final del partido. Es un mensaje claro: no se trata de perder, sino de cómo se pierde.
¿Dónde está el problema?
Es fácil apuntar a responsables en una situación así. Algunos culparán a Imanol Alguacil, el entrenador, por no encontrar soluciones. Otros dirán que la plantilla, joven e inexperta, no está preparada para mantener un nivel alto en tres competiciones. Y también están quienes critican la falta de fichajes en el mercado de invierno. Todas estas razones tienen algo de verdad, pero el problema parece ser más profundo: un equipo que ha perdido confianza y que necesita un cambio, ya sea táctico, emocional o ambos.
La dependencia de Kubo en ataque es preocupante. El japonés intenta generar peligro, pero no puede hacerlo todo solo. Jugadores clave como Oyarzabal o Zubimendi no están rindiendo al nivel esperado, y eso se nota. Sin líderes claros en el campo, el equipo parece desorientado.
¿Qué sigue para la Real Sociedad?
El panorama no es animador. Con la novena posición en la tabla y los puestos europeos cada vez más lejos, la Real Sociedad necesita reaccionar ya. El próximo partido será crucial, no solo para sumar puntos, sino para recuperar sensaciones. Si el equipo no logra revertir esta situación pronto, podría ser una temporada para olvidar.
Lo que queda claro es que no se puede seguir en esta línea. Es momento de decisiones importantes, tanto en el vestuario como en la dirección técnica. El equipo tiene talento, pero necesita reencontrar su identidad, esa que le permitió competir en Europa y mantenerse en la parte alta de la tabla en los últimos años.
La crisis de la Real Sociedad es evidente, pero no irreversible. El fútbol es de momentos, y aunque ahora todo parezca oscuro, una buena racha puede cambiarlo todo. Lo que no puede faltar es actitud, intensidad y un plan claro. Anoeta merece un equipo que luche y compita en cada partido. Si algo quedó claro ayer, es que esa versión de la Real Sociedad todavía está por aparecer.
Iker Vicente