Ayer el Santiago Bernabéu volvió a ser testigo de otra remontada del equipo blanco, la enésima, ya ni nos sorprendemos, pero la diferencia del partido de ayer es la sensación con la que sale del campo cualquier madridista, el enfado, la indignación y la impotencia sobrepasan a cualquier entusiasmo, euforia o exaltación, se palpaba la opinión general de que ayer no hacía falta pasar por esos momentos de apuro.

La vuelta de las semifinales de Copa del Rey entre Real Madrid y Real Sociedad se antojaba como un partido de máxima exigencia, era el paso previo a toda una final, pero a alguno pareció no importarle demasiado. El Madrid salió sin la intensidad que la ocasión merecía y la Real lo aprovechó marcando un gol rápido, con la eliminatoria empatada los blancos volvieron a pisar el acelerador y encontraron el gol. Ya en la segunda parte volvimos a presenciar una pasividad alarmante de un Madrid que por entonces estaba clasificado y que recibió dos goles de manera consecutiva, entonces quedaban menos de 10 minutos y el equipo vasco estaba en la final, tocaba remangarse y a los dos minutos Bellingham ya había marcado gol. Ya sabemos todos como funcionan las cabezas de los jugadores, o sienten presión o bajan el ritmo.
A nadie se le escapa que no son máquinas, que su razonamiento tiene una base cierta «no correr en vano» porque saben que están sometidos a partidos de altísimo nivel varias veces por semana desde principios de agosto hasta mediados de julio, pero la solución no es tener a 10 jugadores arrastrándose sobre el césped, ¿Dónde ha quedado la idea de intentar cerrar el partido pronto para poder hacer rotaciones a partir del minuto 60? ¿Quién ha inventado lo de que las estrellas descansen sobre el campo? ¿Nadie en ese cuerpo técnico ha visto como Fede, Vinicius o Bellingham ayer jugaron 120 minutos?
Ahora bien, por mucho que la manera de hacerlo no sea la idónea, no se pueden negar sus resultados, nadie sabe muy bien como pero siempre acabamos levantando los brazos cuando el árbitro pita el final. Tienen un master en saber ganar partidos jugando bien, mal, mejor o peor que el rival, jugando a meter muchos goles o a no recibir ninguno, con titulares o con suplentes, con los nuevos o con los de siempre, da todo igual, han dominado el arte de ganar hasta límites nunca antes vistos y saben que se pueden permitir estas licencias.

No veo probable que esto cambie a corto plazo, mientras Ancelotti sea entrenador del Real Madrid va a morir con sus jugadores y les va a cargar de muchos minutos. Mientras tanto yo seguiré pensando que con la plantilla que tiene se podría hacer una mejor gestión, pero habrá que esperar a junio para ponerle la nota final.