Celta Fortuna y Nàstic, dos equipos que sobre el papel aspiran a estar arriba, presentaban armas en un Balaídos que en breve despide a su mítica grada de Gol, que se derribará para más de diez años después, cerrar de manera definitiva el estadio.
Para los encuentros del filial tan solo se abre la grada de Tribuna, que lucía un buen aspecto a pesar de que la tarde se preveía gris en lo meteorológico. Para equipos de este nivel, poder jugar en un estadio de estas características es una bendición. Visto los patatales en los que se jugaron en jornadas anteriores partidos de esta misma categoría, casi que es obligatorio intentar jugar bien en estos estadios con céspedes que son alfombras.
Y así se lo tomó el Celta Fortuna con unos primeros 20 minutos donde monopolizaron la pelota, convirtiendo su parte ofensiva en un tiki taka gigante, aunque sin materializarlo en el marcador. Su banda derecha era la que llevaba más peligro, con dos chicos que mañana estarán presentes en Mestalla en el partido del primer equipo: Tincho (MVP de la temporada) y el recién llegado Jones El-Abdellaoui, 4 kilos pagados al Valerenga noruego, en una operación que recuerda mucho a la de Williot Swedberg.
Fue precisamente el noruego quien disfrutó de las ocasiones más claras en dos coladas por la derecha donde lo hizo todo bien… menos la elección final. En la primera cuando todos esperaban el centro, recortó de lujo, pero delante de Varo la mandó a las nubes con la derecha. En el segundo mano a mano, dudó si chutar o pasar y su centro-chut no encontró rematador.

El Nàstic aguantó como pudo el chaparrón de no oler la pelota, ralentizando las acciones para intentar sacudirse el dominio. Y cuando más lo merecía el Celta, primer córner a favor del Nástic y Antoñin Cortés, negado con el gol en las últimas jornadas marcaba de cabeza poniendo en evidencia el gran lastre del filial celeste, el juego aéreo.
El gol desenchufó de golpe el empuje vigués, el Nàstic se quitó el agobio y empezó a manejar el partido a su antojo. Tocar sin prisa, perder tiempo, lo que se dice oficio con mayúsculas, con un entramado defensivo inaccesible.
En la segunda parte el doble cambio del filial dando descanso a Abdealloui no mejoró la cosa, al revés, poco o nada cambió. El Celta tocaba bien, pero en ¾ de campo apagón total. Inocencia máxima. El Nàstic con alguna contra aislada como un disparo de Álex Jiménez al lateral de la red o un cabezazo de un batallador Antoñín, pero en general se limitó a defender bien, perder todo el tiempo que el árbitro les dejó (increíble que no hubiera ni una sola amarilla por esta causa) y el partido se convirtió en una sucesión de bostezos al ver la impotencia de los unos y la veteranía de los otros.
La única acción de peligro celeste en la segunda fue un slalom desde la frontal de Miguel Román pero su disparo demasiado centrado lo repelió sin problemas Varo.
Y al final, como no, la polémica. Minuto 93, colada de Oscar Marcos en el área, toca balón y es arrollado con la cadera por Gorostidi. Parecía penalti claro pero el árbitro consideró que se podía liar y no pitó nada ante el clamor y la incredulidad de la afición olívica. Se repite el mantra de que los árbitros se ceban mucho más con los filiales.
Esa acción quedará para la polémica en un partido en el que todo depende de quien te lo cuente. Los celestes dirán que fueron los que pusieron el poco fútbol que se vió y que el penalti es de libro. Los grana que esto es 1RFEF y hay que ganar como sea, y que el oficio y saber defender (o el otro fútbol) en estas categorías cuenta mucho.
En mi opinión el empate hubiese sido el resultado más justo, ya que es elogiable tanto el ataque de unos como la defensa de los otros. Pero el penalti en el 93 es impepinable.
Los grana se asientan en la zona de play off que es donde deben estar. Los cachorros de Afouteza mirando más hacia abajo que hacia arriba, con la buena/mala noticia de saber que Claudio Giráldez les llama sin dudar para estar con el primer equipo, debilitando al B.